martes, 23 de febrero de 2016

Las Albóndigas del Coronel (por Rubén Darío) - Adaptación para Sociodrama.

En la Universidad llevo una clase llamada "Cátedra Rubén Darío" donde estudiamos la vida y obra de nuestro gran poeta, prosista, periodista y diplomático.

Recientemente realizamos una obra o sociodrama de uno de sus cuentos titulado "Las Albódigas del Coronel"... pueden leer el original aquí.

Hice este pequeño guión adaptado y lo comparto porque, tal vez, solo tal vez, alguien quiera utilizarlo en algún momento. Además es una historia muy divertida.




LAS ALBÓNDIGAS DEL CORONEL (RUBÉN DARÍO)
ADAPTACIÓN PARA SOCIODRAMA por Karen Álvarez N.


Personajes:
Rubén Darío
Coronel Arrechavala
Doña María
Blas
Amiguito 1
Amiguita 2
Chismosa 1
Chismosa 2
Hombre ebrio (Opcional)
Caballo/Sultán (Opcional)

Nota: Le agregué más personajes que los que aparecen en el cuento debido a que era una presentación grupal y todos debíamos tener una participación.


Aparece en escena Rubén Darío, caminando por la habitación, de un lado a otro, pensativo.

R.D: (Un poco molesto) Cuando y cuando que se me antoja he de escribir lo que me dé mi real gana; porque a mí nadie me manda, y es muy mía mi cabeza y muy mías mis manos. (Pausa corta) Vamos pues, a que voy a comenzar la narración siguiente: (Pausa corta, se sienta a la mesa a escribir.) Allá por aquellos años, en que ya estaba para concluir el régimen colonial, era gobernador de León el famoso coronel Arrechavala, cuyo nombre no hay vieja que no lo sepa, y cuyas riquezas son proverbiales; que cuentan que tenía adobes de oro.

Entra a escena el coronel Arrechavala con su caballo “Sultán”, mientras Darío sigue narrando.

R.D: Todas las mañanitas montaba el coronel uno de sus muchos caballos, que eran muy buenos, y como la echaba de magnífico jinete daba una vuelta a la gran ciudad, luciendo los escarceos de su cabalgadura.

Se escuchan efectos de sonido de caballo galopando.

Coronel: (Con acento de España) ¡Vamos Sultán! Que hemos de llegar velozmente a la metrópolis.

R.D: El coronel no tenía nada de campechano; al contrario, era un hombre seco y duro; pero así y todo tenía sus preferencias y distinguía con su confianza a algunas gentes de la metrópolis.

Una de ellas era doña María de..., viuda de un capitán español que había muerto en San Miguel de la Frontera.

Entra a escena doña María, barriendo.

María: (Con una voz chillona) ¡Blasito, Blasito mijo! (Habla para sí) Hay estos muchachitos de hoy en día, son unos holgazanes. ¡Blasito, levántese y ayúdeme a limpiar la casa! Va a llegar el coronel y va a encontrar esta casa hecha una pocilga.

R.D: Pues, señor, vamos a que todas las mañanitas a hora de paseo se acercaba a la casa de doña María el coronel Arrechavala, y la buena señora le ofrecía dádivas, que, a decir verdad, el recompensaba con largueza. Dijéralo, si no, la buena ración de onzas españolas del tiempo de nuestro rey don Carlos IV que la viuda tenía amontonaditas en el fondo de su baúl.

Va el coronel saludando a uno que otro personaje que se encuentra en el camino.

Aparecen las chismosas y al verlo de lejos, empiezan a comentar.

Chismosa 1: ¡Hm, ahí va el coronel, buscando seguramente la casa de la María!

Chismosa 2: Pues que no, si la María no pierde la oportunidad de atiborrarlo con rosquillas y bollos.

Chismosa 1: ¡Demasiada atención le presta la viudita!

El coronel logra divisarlas y se detiene a saludarles (se escucha el soplido del Sultán).

Coronel: Muy buenos días, mis señoras, ¿estáis teniendo un agradable paseo?

Chismosas: (Un tanto coquetas jugando con sus abanicos). ¡Mucho más ahora que le hemos saludado, Coronel! Que le vaya a usted muy bien.

El coronel sigue su camino.

R.D: (Poniéndose en pie un momento) He pecado al olvidarme de decir que doña María era una de esas viuditas de linda cara y de decir ¡Rey Dios! Sin embargo, aunque digo esto, no diré que el coronel anduviese en trapicheos con ella. (Se sienta nuevamente) Llegó pues el coronel a casa de doña María esa mañana…

Coronel: Buenos días le dé Dios, mi doña María.

María: (Muy emocionada) ¡El señor coronel! Dios lo trae. Aquí tiene unos marquesotes que se deshacen en la boca; y para el almuerzo le mandaré..., ¿qué le parece?

Coronel: ¿Qué, mi doña María?

María: Albóndigas de excelente picadillo, con tomate y chile y buen caldo, señor coronel.

Coronel: ¡Bravísimo! (dijo riendo el rico militar). No deje usted de remitírmelas a la hora del almuerzo. Mas ahora debo retirarme. Con su permiso.

El coronel se amarra el morral, se escucha sonido del caballo y se va galopando.

Doña María buscó la mejor de sus soperas, la rellenó de albóndigas en caldillo y la cubrió con la más limpia de sus servilletas.

María: ¡Blas, Blasito! (Entra el niño con el rostro afligido). Llévele estas albóndigas al coronel Arrechavala. ¡Váyase rapidito mi muchachito!

Blas: (Sale refunfuñando por el camino). Pero si el coronel tiene muchos caballos y criados, ¿por qué me mandan a mí? ¡Mejor lo hubiese mandado a traer!

Amiga 1: ¡Blas, Blas ven aquí!

Amigo 2: ¿Qué llevas ahí? ¿Son las albóndigas que cocina tu mamá?

Blas: Si, así es…

Amiga 1: ¡Pero que rico! Anda, danos un poquito.

Blas: No, es que se las manda al coronel Arrechavala.

Amigo: Anda Blas, si tu mamá las puede volver a cocinar. ¡Anda!

Blas: Bueno, está bien, ¡pero solo las albóndigas, eh!

Los 3 niños se comen las albóndigas.

R.D: Al día siguiente, el trap trap del caballo del coronel se oía en la calle en que vivía doña María, y ésta con cara de risa asomada a la puerta en espera de su regalado visitador.

Se escucha el galopeo de Sultán y el coronel se acerca a la casa de doña María.

Coronel: (Sarcásticamente) Mi señora doña María: para en otra, no os olvidéis de poner las albóndigas en el caldo.

María: (Molesta) Vamos a ver, ¿por qué me dice usted eso y me habla con ese modo y me mira con tanta sorna?

Coronel: Pues mi señora, ha usted de saber que… ayer he recibido de la mano de su hijo… únicamente una taza de caldo. ¡No hallé por ningún lado las albóndigas que me habéis prometido!

María: (Muy enojada) ¡Blas, ese muchachito! ¡Blas, venga para acá!

Coronel: Cálmese usted, no es para tanto.

Aparece Blas medio llorando, con el dedo en la boca y rozándose al andar despaciosamente contra la pared.

María: Ven acá (halándole de la oreja). Dice el señor coronel que ayer llevaste sólo el caldo en la sopera de las albóndigas. ¿Es cierto?

El coronel contenía la risa al ver la aflicción del rapazuelo.

Blas: Es…éste-que... que... (En eso ve pasar un borracho casi cayéndose en el suelo) en el camino un hombre ebrio me ha metido el pie... que se me cayó la sopera en la calle... y entonces... me puse a recoger lo que se había caído... y no llevé las albóndigas porque solamente pude recoger el caldo...

María: (Toma la tajona) Ah, tunante, ya verás la paliza que te voy a dar...

El coronel echando todo su buen humor fuera, se puso a reír de manera tan desacompasada que por poco revienta.

Coronel: No le pegue usted, mi doña María. Esto merece premio. (El coronel se saca una moneda y se la da a Blas, quien sale corriendo). Hágame usted albóndigas para mañana, y no sacuda los lomos del pobre Blas.

Se escucha el galope del caballo mientras el coronel se marcha, aun riendo.

R.D: (Levantándose y dirigiéndose al centro del escenario) El generoso militar tomó la calle, y fuese, y tuvo para reír por mucho tiempo. Tanto, que poco antes de morir refería el cuento entre carcajada y carcajada.

Mientras Darío habla, todos los demás actores se ponen al frente, junto a él.

R.D: Y a fe que desde entonces se hicieron famosas (pausa).

Todos: Las albóndigas del coronel Arrechavala. (Saludo al público)

martes, 16 de febrero de 2016

Un poco de Folklore Nicaragüense

El 14 de Febrero estuve en la ciudad de Granada, Nicaragua por motivo del Festival Internacional de Poesía de la misma ciudad. A esta actividad asisten poetas de todo el mundo y leen sus poesías organizados en mesas de lectura.

En fin, el domingo estuve por ahí, en la apertura. Grabé algunas piezas que ejecutó la compañía "Ballet Folklórico Nicaragüense". Compartieron un poco de cada región del país. ¡Estuvieron sensacionales!


















Si han llegado hasta el final, entonces espero que lo hayan disfrutado.

Hasta luego,

jueves, 4 de febrero de 2016