miércoles, 13 de abril de 2016

El Rey Burgués de Rubén Darío

Ayer (12-abril-16) finalmente concluí el curso de "Cátedra Rubén Darío". El examen final fue la dramatización del cuento "El Rey Burgués", igual que cuando estaba en 1er año de secundaria.

Las semanas previas fueron estresantes, pero al final valió la pena, ya que lo hicimos muy bien. Gracias a Dios que ya salimos de una materia más.



























Y bueno, este es el guión adaptado que escribí para esta ocasión:


EL REY BURGUÉS
Guión Adaptado

Escena 1

Gabriel y Liliana están en el suelo, ella lee un libro y él acostado, de pronto se incorpora.

Gabriel: ¡Ay, que frío! Que opaco está el cielo. (Pausa) Que día tan triste.

Liliana: (Cierra el libro y le mira) Amigo, te contaré un cuento alegre para distraer las brumosas y grises melancolías.

Ambos se ponen de pie.

Liliana: Helo aquí: El Rey Burgués

Se abre el telón.

Escena 2

El rey está en un festín en su palacio, con su corte. Las esclavas le soplan con palmas y le pasan copas de vino y comida.

Todos ríen y celebran. Hay música y más.

Filósofa: Y cuéntanos rey, ¿qué has estado leyendo últimamente?

Rey: ¡Oh!, al maestro Ohnet, por supuesto. Su última novela «Le Maître de forges» (Se pronuncia “lu metrru du forch”) es todo un deleite.

Filósofa: ¡Ah, Phillipe Derblay! Algunos consideran que esta será su obra maestra.

Rey: ¡Puede que así sea! Es un exquisito literato el maestro Ohnet. (Cita una frase del libro) "Había en ti dos mujeres. La que tanto me ha hecho sufrir ya no existe. Tú eres la que nunca he dejado de amar".

Mientras se da esta conversación, entra un soldado llevando al poeta. Todos quedan en silencio.

Rey: (Señalando al poeta como si fuese un objeto) ¿Qué es eso?

Soldado: (Se acerca al rey, haciéndole reverencia). Mi señor, es un poeta.

Rey: (Observa al poeta en silencio y luego se levanta de la mesa, acercándose poco a poco). En mi estanque tengo cisnes, canarios, gorriones y cenzontes… (pausa) un poeta (pausa)… un poeta es algo nuevo. (Señalando) Dejadle por ahí.

El poeta se tira al piso, a los pies de rey.

Poeta: ¡Señor!... No he comido.

Rey: (Con desdén) Habla y comerás.

Poeta: (Se reincorpora) Señor, hace tiempo que yo canto el verbo del porvenir. Busco la raza escogida que debe esperar con el himno en la boca y la lira en la mano, la salida del gran sol. He abandonado la inspiración de la ciudad malsana, la alcoba llena de perfumes, la musa de carne que llena el alma de pequeñez… (pausa) He ido a la selva, donde he quedado vigoroso y ahíto de leche fecunda y licor de nueva vida; y en la ribera del mar áspero, sacudiendo la cabeza bajo la fuerte y negra tempestad, como un ángel soberbio, o como un semidiós olímpico, he ensayado el yambo dando al olvido el madrigal.

¡Señor, el arte no está en los fríos envoltorios de mármol, ni en los cuadros lamidos, ni en el excelente señor Ohnet! ¡Señor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgués, ni pone los puntos en todas las íes. Él es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda desnudo, y pinta con luz, y es opulento, y da zarpazos como los leones. Señor, entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil.

¡Oh, la Poesía!

¡Y bien! Los ritmos se prostituyen. Además, señor, el zapatero critica mis endecasílabos, y el señor profesor de farmacia pone puntos y comas a mi inspiración. Señor, ¡y vos lo autorizáis todo esto!... El ideal, el ideal...

Rey: (Interrumpiéndole y dirigiéndose a la filósofa) Ya habéis oído. ¿Qué hacer?

Filósofa: Si lo permitís, señor, puede ganarse la comida con una caja de música; podemos colocarle en el jardín, cerca de los cisnes, para cuando os paseéis.

Rey: Sí. (Ahora dirigiéndose al poeta) Daréis vueltas a un manubrio. Cerraréis la boca. Haréis sonar una caja de música que toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiráis moriros de hambre. Pieza de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni de ideales. Id.

Se cierra el telón.

Escena 3

Gabriel: ¿Y?... ¿Qué pasó?

Liliana: Y desde aquel día pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta hambriento que daba vueltas al manubrio, ¡avergonzado a las miradas del gran sol! Todo entre las burlas de los pájaros libres, que llegaban a beber rocío en las lilas floridas; entre el zumbido de las abejas, que le picaban el rostro y le llenaban los ojos de lágrimas…

Se abre el telón.

Escena 4

El poeta se encuentra en el jardín, cerca del estanque, rodeado de las aves y demás, tocando su caja musical.

El rey se pasea con su corte, siempre ignorando al poeta.

Primero pasa con el artista.

Artista: Señor, ya viene desde Austria la pintura del maestro Friedrich von Amerling que usted ha mandado a pedir.

Rey: ¡Qué bien! Deseo que lo coloquen en la habitación del este, junto al cuadro de Gudin.

Artista: ¡Oh mi señor! Y las columnas salomónicas serán retocadas en estos días.

Rey: También deseo que pulan las chinerías y las japonerías.

Artista: Así será, señor.

Luego pasa con el maestro de esgrima, practicando el arte de la espada.

La tercera vez, pasa con el maestro de música.

Músico: Mi rey, este es el nuevo material con el que se están fabricando las flautas.

Rey: ¿Y cómo suenan?

Músico: ¡Excelente! Quiero demostrarle.

Rey: ¡Adelante! (Le hace ademán al músico, luego lo detiene y se voltea hacia el poeta) ¡Silencio! (Vuelve hacia el músico) Prosiga, maestre.

Comienza a tocar la flauta y siguen caminando.

El poeta queda solo y sigue tocando su caja. De pronto empieza a nevar y nevar.

Entran las esclavas a cubrir a las aves y llevarse otras hacia adentro. El poeta queda solo, a merced de la fría nieve.

Se le ve temblar y calentarse las manos.

Se cierra el telón.

Escena 5

Liliana: Y llegó el invierno, y el pobre sintió frío en el cuerpo y en el alma. Y su cerebro estaba como petrificado.

Gabriel: (Sorprendido) Pero… ¡¿se olvidaron de él todos?! ¿El rey… sus vasallos?

Liliana: A los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial que le mordía las carnes y le azotaba el rostro. La nieve no dejaba de caer, mientras ellos hacían festín, calentándose con abrigos y alcohol. El poeta solo daba vueltas al manubrio para calentarse.

Se abre el telón.

Escena 6

El rey pasea por el jardín con su corte y ven al poeta congelado. Se detienen. El rey intercambia miradas entre él y sus vasallos, para luego continuar su camino como si nada.

El soldado, quien iba de último en el desfile, se detiene frente al poeta.

Soldado: Pobre diablo de poeta, quedó como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios, y todavía con la mano en el manubrio.

Le despega las manos del manubrio y lo baja de la silla, mientras se cierra el telón.

Escena 7

Liliana: ¡Oh mi amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. (Pausa breve) Pero espero que esta historia te haya calentado el alma.

Gabriel: Muchas gracias, amiga. (Se dan un apretón de manos). ¡Hasta la vista!

Ambos se van detrás del telón.

Se abre el telón y todos los actores saludan. Cada uno tendrá una hoja tamaño carta con una letra, que formará las palabras R U B É N  D A R Í O.




Hasta luego,

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