Las semanas previas fueron estresantes, pero al final valió la pena, ya que lo hicimos muy bien. Gracias a Dios que ya salimos de una materia más.
Y bueno, este es el guión adaptado que escribí para esta ocasión:
EL REY BURGUÉS
Guión Adaptado
Escena
1
Gabriel
y Liliana están en el suelo, ella lee un libro y él acostado, de pronto se
incorpora.
Gabriel:
¡Ay, que frío! Que opaco está el cielo. (Pausa)
Que día tan triste.
Liliana:
(Cierra el libro y le mira) Amigo, te
contaré un cuento alegre para distraer las brumosas y grises melancolías.
Ambos
se ponen de pie.
Liliana:
Helo aquí: El Rey Burgués
Se
abre el telón.
Escena
2
El
rey está en un festín en su palacio, con su corte. Las esclavas le soplan con
palmas y le pasan copas de vino y comida.
Todos
ríen y celebran. Hay música y más.
Filósofa:
Y cuéntanos rey, ¿qué has estado leyendo últimamente?
Rey:
¡Oh!, al maestro Ohnet, por supuesto. Su última novela «Le Maître de forges» (Se pronuncia “lu metrru du forch”) es
todo un deleite.
Filósofa:
¡Ah, Phillipe Derblay! Algunos consideran que esta será su obra maestra.
Rey:
¡Puede que así sea! Es un exquisito literato el maestro Ohnet. (Cita una frase del libro) "Había
en ti dos mujeres. La que tanto me ha hecho sufrir ya no existe. Tú eres la que
nunca he dejado de amar".
Mientras
se da esta conversación, entra un soldado llevando al poeta. Todos quedan en
silencio.
Rey:
(Señalando al poeta como si fuese un
objeto) ¿Qué es eso?
Soldado:
(Se acerca al rey, haciéndole reverencia).
Mi señor, es un poeta.
Rey:
(Observa al poeta en silencio y luego se
levanta de la mesa, acercándose poco a poco). En mi estanque tengo cisnes,
canarios, gorriones y cenzontes… (pausa)
un poeta (pausa)… un poeta es algo
nuevo. (Señalando) Dejadle por ahí.
El
poeta se tira al piso, a los pies de rey.
Poeta:
¡Señor!... No he comido.
Rey:
(Con desdén) Habla y comerás.
Poeta:
(Se reincorpora) Señor, hace tiempo
que yo canto el verbo del porvenir. Busco la raza escogida que debe esperar con
el himno en la boca y la lira en la mano, la salida del gran sol. He abandonado
la inspiración de la ciudad malsana, la alcoba llena de perfumes, la musa de
carne que llena el alma de pequeñez… (pausa)
He ido a la selva, donde he quedado vigoroso y ahíto de leche fecunda y licor
de nueva vida; y en la ribera del mar áspero, sacudiendo la cabeza bajo la
fuerte y negra tempestad, como un ángel soberbio, o como un semidiós olímpico,
he ensayado el yambo dando al olvido el madrigal.
¡Señor, el arte no está en los fríos
envoltorios de mármol, ni en los cuadros lamidos, ni en el excelente señor
Ohnet! ¡Señor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgués, ni pone los
puntos en todas las íes. Él es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda
desnudo, y pinta con luz, y es opulento, y da zarpazos como los leones. Señor,
entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra
cocida y el otro de marfil.
¡Oh, la Poesía!
¡Y bien! Los ritmos se prostituyen. Además,
señor, el zapatero critica mis endecasílabos, y el señor profesor de farmacia
pone puntos y comas a mi inspiración. Señor, ¡y vos lo autorizáis todo esto!...
El ideal, el ideal...
Rey:
(Interrumpiéndole y dirigiéndose a la
filósofa) Ya habéis oído. ¿Qué hacer?
Filósofa:
Si lo permitís, señor, puede ganarse la comida con una caja de música; podemos
colocarle en el jardín, cerca de los cisnes, para cuando os paseéis.
Rey:
Sí. (Ahora dirigiéndose al poeta) Daréis
vueltas a un manubrio. Cerraréis la boca. Haréis sonar una caja de música que
toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiráis moriros de hambre. Pieza
de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni de ideales. Id.
Se
cierra el telón.
Escena
3
Gabriel:
¿Y?... ¿Qué pasó?
Liliana:
Y desde aquel día pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta
hambriento que daba vueltas al manubrio, ¡avergonzado a las miradas del gran
sol! Todo entre las burlas de los pájaros libres, que llegaban a beber rocío en
las lilas floridas; entre el zumbido de las abejas, que le picaban el rostro y
le llenaban los ojos de lágrimas…
Se
abre el telón.
Escena
4
El
poeta se encuentra en el jardín, cerca del estanque, rodeado de las aves y
demás, tocando su caja musical.
El
rey se pasea con su corte, siempre ignorando al poeta.
Primero
pasa con el artista.
Artista:
Señor, ya viene desde Austria la pintura del maestro Friedrich von Amerling que
usted ha mandado a pedir.
Rey:
¡Qué bien! Deseo que lo coloquen en la habitación del este, junto al cuadro de
Gudin.
Artista:
¡Oh mi señor! Y las columnas salomónicas serán retocadas en estos días.
Rey:
También deseo que pulan las chinerías y las japonerías.
Artista:
Así será, señor.
Luego
pasa con el maestro de esgrima, practicando el arte de la espada.
La
tercera vez, pasa con el maestro de música.
Músico:
Mi rey, este es el nuevo material con el que se están fabricando las flautas.
Rey:
¿Y cómo suenan?
Músico:
¡Excelente! Quiero demostrarle.
Rey:
¡Adelante! (Le hace ademán al músico,
luego lo detiene y se voltea hacia el poeta) ¡Silencio! (Vuelve hacia el músico) Prosiga,
maestre.
Comienza
a tocar la flauta y siguen caminando.
El
poeta queda solo y sigue tocando su caja. De pronto empieza a nevar y nevar.
Entran
las esclavas a cubrir a las aves y llevarse otras hacia adentro. El poeta queda
solo, a merced de la fría nieve.
Se
le ve temblar y calentarse las manos.
Se
cierra el telón.
Escena
5
Liliana:
Y llegó el invierno, y el pobre sintió frío en el cuerpo y en el alma. Y su
cerebro estaba como petrificado.
Gabriel:
(Sorprendido) Pero… ¡¿se olvidaron de
él todos?! ¿El rey… sus vasallos?
Liliana:
A los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial que le mordía
las carnes y le azotaba el rostro. La nieve no dejaba de caer, mientras ellos
hacían festín, calentándose con abrigos y alcohol. El poeta solo daba vueltas
al manubrio para calentarse.
Se
abre el telón.
Escena
6
El
rey pasea por el jardín con su corte y ven al poeta congelado. Se detienen. El
rey intercambia miradas entre él y sus vasallos, para luego continuar su camino
como si nada.
El
soldado, quien iba de último en el desfile, se detiene frente al poeta.
Soldado:
Pobre diablo de poeta, quedó como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa
amarga en los labios, y todavía con la mano en el manubrio.
Le
despega las manos del manubrio y lo baja de la silla, mientras se cierra el
telón.
Escena
7
Liliana:
¡Oh mi amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. (Pausa breve) Pero espero que esta
historia te haya calentado el alma.
Gabriel:
Muchas gracias, amiga. (Se dan un apretón
de manos). ¡Hasta la vista!
Ambos
se van detrás del telón.
Se
abre el telón y todos los actores saludan. Cada uno tendrá una hoja tamaño
carta con una letra, que formará las palabras R U B É N D A R Í O.
Hasta luego,
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